1: Estaremos aquí para ello.
|01 de Mayo de 2026|
No era la primera vez que Peter sentía que no pertenecía a ningún lugar del universo.
Sus piezas se sentían inútiles, perezosas e incomprendidas la mayoría del tiempo. Desde aquel día que la guerra había acabado sentía cierta incomodidad bajo sus entrañas que corroía su frágil seguridad, como si un gotero de ácido se extendiera alrededor de su lechosa piel en un silencioso recordatorio de la perdida que jamás se iría.
A pesar de los años que habían pasado, su inconsciente parecía aún disgustado por haber sobrevivido sobre cualquier otro héroe. Algo que su conciencia no tomaba importancia en la actualidad, él simplemente se dedicaba a avanzar, a buscar soluciones y luchar constantemente contra la marea de la derrota que se esmeraba a atraerle.
Peter no sabe por qué tomó el autobús en aquella mañana tan importante, tal vez porque sus huesos se lamentaban el existir tan faltos de pasión y propósito. Cuando sus pies bajaron del vehículo se acercó a la acera frente al imponente edificio, el peso de la realidad en la que se desenvolvía le arrancó la mitad de alegría que aún poseía, desde el largo de sus vertebras hasta la punta de sus dedos. Fue un golpe sutil que el universo le daba, un pellizcó juguetón para hacerle entrar en conciencia sobre algo que sería suyo, pero que no merecería en ninguno de los 14 millones de universos posibles.
No necesitó alzar la mirada para saber que él ya estaba esperándole al otro lado del andén, un rostro moribundo de emociones lo custodiaba sin prisas y superficialmente indiferente. Tampoco hicieron falta saludos ni sonrisas cálidas, pues ellos estaban más allá de protocolos sociales y falsas caretas de vidas perfectas. Ambos caminaron en silencio hacia el interior del rascacielos, sus pies sintiéndose como plomo en bruto mientras sus músculos se cernían en tensión, tanta que su espalda parecía la cuerda de un arco a punto de romperse. Aun así, Peter acomodó con fineza los bordes levemente arrugados del simbólico traje que portaba, a la vez que se abría paso entre los pasillos atiborrados de periodistas que aguardan ansiosos por su hermética presencia.
Sin prisa cruza aquella estampida humana, le resulta complicado concentrarse en el exterior que le rodea cuando siente su corazón apretarse en el centro de su pecho, pero cuando está a punto de quebrajarse en las olas despiadadas que arremeten sin piedad ni descanso contra sus columnas, es el instante en que Parker encuentra a Pepper Potts. Ella se oculta entre el mar de cámaras y flashes luciendo como si la vida le pesara tanto o más que a Peter en cada nuevo amanecer. Sus dos pozos de océano brillan y el azul en su iris se suaviza románticamente en un cálido reconocimiento.
Si su cuerpo tenía algún retaso de duda sobre si lo que estaba pasando era un sueño, se vio desplomada, tal como un castillo de arena a merced de una violenta ola sin compasión. Eso de verdad estaba sucediendo, al fin, y sin ningún inconveniente que pudiera detenerlo.
Los larguiruchos dedos del castaño se aferraron a los pequeños hilos sueltos en el traje que algún día perteneció a su tío Ben, él los jala con suave necesidad y los enreda ansiosamente. Aquello era como un consuelo silencioso e invisible. Sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que su nombre estaba siendo gritado jubilosamente por la prensa, y Peter ya no podía jugar a permanecer en la ignorancia creada por los confines de su mente.
El espectro que se deslizaba sigiloso por su espalda, se escabulló de los reflectores en cuanto cruzaron la puerta de la entrada, ahora vigilaba el escenario en la seguridad de la lejanía. Y Peter realmente lo agradecía.
Él apreciaba genuinamente la lealtad y la compañía del nuevo Steve Rogers. Después de seis años de aquella calamidad, tras mucho esfuerzo y determinación el Capitán se había levantado del dolor que le arrastraba a una parte oscura de su ser, logró enmudecer la perdida y el vacío que quedó tras haber fracasado en la guerra. Y de alguna extraña, pero confortante manera, ambos se habían vuelto un dúo imparable que los volvía la sombra que estaba siempre alrededor del otro.
A pesar de todos los avances que ellos habían logrado tras la derrota, sus vidas se sentían como caminar en un campo lleno de explosivos listos para la detonación inminente...la mayor parte del tiempo era casi imposible a ver el destrozo que quedaba tras el caos del fuego.
Lo bueno de todo, fue saber que Steve tenía demonios similares a los de Peter por las noches, así no hacía falta brindar disculpas o explicaciones sobre porqué sus habitaciones resultaban destruidas en cada amanecer. Tampoco había miradas de lastima, sólo asentimientos de comprensión y cigarrillos aguardando en la punta de sus dedos. Si Parker regresaba al plantea titán y destruía sus cuerdas vocales en desesperados ruegos mientras llenaba el cuarto de telarañas, Rogers se paraba a servir tragos y ordenar la sala de entrenamiento como medio de consuelo para el tormento que el castaño llevaba dentro. Por otro lado, si era Rogers el que arruinaba su garganta y se rompía algún brazo a causa de lanzarse en picada por un soldado de sonrisa ladina, le correspondía a Parker preparar el botiquín de emergencias y buscar alguna misión rápida que sirviera como desahogo para Steve.
Y cuando el sol comenzara a salir ambos compartirían un silencioso entendimiento, con los rayos de luz iluminando sus caras en un recordatorio, ellos tenían que seguir avanzando, sin importar que fueran sus propias piedras en el camino. Puesto que, Peter y Steve, sabían que a ninguno de los hombres a los cuales lloraban y por los que sufrían en silencio, les gustaría verlos derrotados.
De la nada Peter sintió como algo se acercaba a él, y en cuestión de milisegundos, logró frenar adecuadamente su impulso inconsciente de atacar al sorpresivo arribo de un cuerpo extraño sobre su omóplato derecho. El objeto desconocido era una mano pequeña que se refugiaba en su calor corporal como si no existiera ningún otro lugar en el mundo más seguro, y como si no fuese peligroso abordar sorpresivamente al nuevo hombre araña.
—Te ves muy guapo en este traje. —murmuró Pepper con una dulce sonrisa llena de pecas rojizas y arrugas delicadas que contrastaban con la dureza de sus facciones. Fue inevitable para el chico de Queens no ver bajo aquel cabello rubio fresa el precioso chocolate de May, y aquella mirada intensa que le daba cuando sabía que Peter estaba envuelto en algo importante.
La verdad era que Pepper había sido un gran apoyo para él durante todos esos años, como un manto dulce y cálido para los esqueletos encerrados en su armario, tan confortable y eficaz en aquella época oscura en la que se desvió del camino y perdió la brújula que guiaba su vida. Ella fue quien aferró —igual de destrozada y herida que él— cada una de sus piezas, con la devoción propia de un ser abandonado en las orillas de la pérdida, y con la ferocidad de una mujer que ha peleado por todo lo que tiene y es. Potts lo mantuvo cerca, llenó de cosas nuevas su mente y lo ancló a una vida relativamente normal, ella lo integró de nuevo a la dirección que a su tía le hubiese gustado que siguiera y lo forjó lentamente en un buen hombre.
Peter reconocía que Pepper había sido el reemplazo más competente para el hueco infinito que May dejó en su vida. Y aunque no puede terminar de acostumbrarse a sus espontaneas muestras de cariño y al brillo maternal que se extiende por sus iris celestes, es una realidad que Benjamin está profundamente prendido de la rubia fresa.
Porque después de su tía, él nunca había tenido nada parecido a una madre.
Así que bien, posiblemente ama un poco a Virginia Potts y se esfuerza cada día por ser más fuerte para poder proteger lo único que vale la pena cuidar. Tanto como a Él le hubiera gustado, como así mismo le gusta hacer cuando la neoyorquina le sonríe como lo hace en aquel momento.
—Es hora, Peter. —le susurra Pepper con una sonrisa orgullosa tirando de sus finos labios pintados de un precioso rojo. Por lo que él no puede hacer más que asentir con decisión antes de besar el dorso de su mano y girarse completamente fuera de su piel para enfrentar el último regalo que Tony dejó para él.
Las cámaras se movían posesas a tomar un poco de aquel importante acontecimiento, los periodistas comenzaban a hablar unos sobre otros en busca de ser el primero en tomar en cuenta. Sin embargo, Peter se mantenía escueto a darles un poco de su atención, no porque quisiera, sino porque su cabeza estaba repleta de imágenes de gente que siempre serían su todo, pero que no estaban a su lado para apoyarle en ese momento o hacerle sentir que pertenecía a algún lado.
Lo único que podía procesar su mente eran las palabras "indigno" "ladrón" "asesino" "usurpador" "impostor" danzando alrededor de los confines de sus laberintos, mientras veía a Tony morir de nuevo, una y otra vez, sin descanso ni piedad. Él se veía como un aprovechado, un embustero que arrebataría todo lo que Tony poseía y mancharía el patrimonio familiar.
Ese no era el lugar de Peter, esa realidad era ajena a él...ya no, al menos.
"Él tenía 20 años cuando Virginia Potts salió de las tinieblas de su luto —dos años después de la trágica muerte de su prometido— y se plantó en la habitación de su departamento como si los profetas hubiesen cantado alguna misión prodigiosa para su miserable existencia.
Su rostro se notaba levemente enfermizo, estaba distinta a la prominente directora de Industrias Stark que solía enmarcar las revistas más influyentes de América. Tenía pronunciadas hendiduras por pómulos, oscuros arcos bajos las bolsas hinchadas de sus ojos, y el cuerpo escultural asemejado a ninfas del bosque se evaporó en huesos frágiles y piel fantasmal. Verla así fue realmente impactante para el chico, puesto que era bien sabido por todos que Pepper era tenaz como un roble y renaciente de sus cenizas como un fénix.
Pero esa mujer sentada como una cristalina nébula de pena sobre los escalones de su edificio, era el espectro de lo que algún día llegó a ser la ejecutiva Virginia Potts. Y Peter sintió que algo en su pecho se rompió al verla tan abandonada de sí misma.
Cuando ella lo vio, sucedió exactamente lo mismo. La fémina no podía creer que el muchacho carismático y lleno de vida de Queens, se hubiese reducido a un recipiente humano dejado en el olvido de la soledad. Peter era una masa de musculo doloroso, carne abierta y sangre salpicada en su ropa, sus gemas castañas estaban apagadas y la inocencia nata en él había desaparecido como un terrible lamento.
Así que la neoyorquina no pudo hacer más que llorar una vez más por lo mucho que necesitaba a Tony a su lado, porque, aunque la mayoría del tiempo pareció que ella era quien mantenía todo a flote, lo cierto era que, sin Tony, Pepper era sólo un barco sin dirección ni timón que guiara su vida.
Peter se vio impulsado por su instinto, su carne se movió sola atrapando la frágil criatura que se desvanecía en el pasillo, la tomó con la delicadeza de un tesoro, para por fin encontrar una razón que lo uniera más con el mundo en el que le tocaba sobrevivir. Porque Parker sabía que la rubia fresa era aquello por lo que Tony había subido a la nave extraterrestre ese día maldito. Por lo que, él, un pobre diablo afortunado se aseguraría de proteger, cuidar y proveer la criatura que más adoraba Tony en la tierra como pago al castigo que cumplía viviendo a costa de la vida del genio.
Ese día Pepper lloró en su regazo, maldijo y rogó como un infante preso de la desesperante realidad que traía la perdida, mientras el castaño la sostenía con toda la esperanza que podía reunir en aquel entonces.
Fue entonces cuando Virginia dijo que estaba allí porque ya era hora de darle lo que le correspondía. También, fue el momento en que sus labios rotos y ojos hinchados le suplicaron silenciosos que se quedara a su lado, porque esta vez ella no podría salir sola de toda esa calamidad.
Asi que Peter no pudo hacer más que levantarse de su desgracia para cuidar del legado que Tony había dejado —sin querer— sobre sus manchadas manos."
Por eso estaba plantado frente a los medios más importantes del mundo, para recibir todo lo que Tony Stark había dejado para él, aun si eso dejase a Pepper con nada más que un fragmento de la esencia genética de Tony. Pedazo que había crecido dentro de ella por meses y al que tocó abrir los ojos en un universo en ruinas. Durante más de un año la pelirroja había intentado con todas sus fuerzas cuidar de aquel último milagro que Tony le dejó. Pero, ella supo desde el momento en que los días pasaron y las noches se hicieron torturas oscurecidas, que no podría levantarse por sí misma, no ahora que incluso Happy, le abandonó junto a la mitad del cosmos. Virginia sabía que necesitaba un nuevo pilar para su castillo hecho pedazos, y no hubo una roca más tenaz que la que Peter tenía por voluntad.
Ambos vieron a través del velo roto de otro, que desde que el hombre de hierro no había vuelto de su última aventura, ellos eran todo lo que quedaba de los restos del corazón de Tony. Sólo ellos tres.
El fantasma de lo que un día fue el chico dulce y puro de Queens miró una vez más la cascada de seda que caía delicadamente sobre los hombros finos de la doncella americana que lenta y grácil iba feneciendo como lo hizo Blancanieves en su momento. Ella era una ninfa, una estrella deslumbrante en medio del espacio que estaba usando todo el fuego en su interior para seguir brillando a pesar del destino que la consumía a meteorito.
Pepper Potts le sonrió con miel en sus orbes celestiales, y por un momento, él sintió al espectro de May Parker inundarle los pulmones con su característico aroma a galletas hechas en casa.
Sin mirar al pasado ni un segundo más, se dejó caer contra su nueva –y única– realidad.
«—Soy Peter Benjamin Parker, y hoy estoy aquí para mi reconocer a mi persona como el único benefactor de Industrias Stark. Así también, asumo ante ustedes el cargo de protector que correspondía a mi mentor, Tony Stark.
Me presento como su nuevo guardián, y les juro, por todos los que perdimos aquél día, que velaré por la integridad de quienes sobrevivimos. Sin importar las amenazas, yo lucharé a favor de la humanidad. Haré que el tiempo de ausencia de nuestras familias, amigos y parejas no sea desperdiciado en vano, vamos a continuar con nuestras vidas, aunque no queramos hacerlo. Por ellos, y por lo que dejaron en nuestras manos. Ha llegado la hora de renacer como sociedad y crecer. El duelo de autocompasión terminó.
Para eso que estoy aquí interrumpiendo el ritmo de sus vidas, sacándoles de su miseria cotidiana. Finalmente confieso ante el mundo, que a partir de este momento y por lo que me reste de vida, yo soy y seré Spiderman, el amigable vecino que les salvará de villanos y de ustedes mismos...»
[...]
Con 26 años de pertenecer como habitante de la Tierra, Peter había aprendido más de lo que un joven adulto de su edad podría en circunstancias normales. Nada en su existencia había sido como cualquier otra, no, porque al caprichoso universo le sedujo la idea de crearle una historia dramática, llena de giros inesperados y llantos acaudalados. Y era por ello, que él entendió la verdad en el amor y el dolor.
Para Peter, amar y sufrir eran la pareja más dependiente de toda la historia, ellos fueron, desde el principio de la concienciación humana, el oxígeno y la esencia de los mortales. Y ahora que se encontraba a la intemperie del abandono maternal de May, ambos se habían vuelto sus vampiros particulares, esas bestias insaciables que absorbían la vitalidad de su ser como si no existirá nada mejor en el multiverso que beber de su esperanza humana.
Para un hombre como Peter Parker —que ahora era legalmente un Stark, y no de la forma en su platonismo romántico siempre añoró— la esperanza era un arma peligrosa.
Aun sabiendo que podía cortarse con los bordes de ese pernicioso filo, Peter la tenía. La esperanza le temblaba como un condenado acurrucado entre confines de su pecho, oculta de sus dementores mentales y alimentada de los borrosos recuerdos de la inocencia pasada.
La esperanza de Peter era como una vela moribunda entre los abusos del indolente viento. A veces su luz, en lugar de llevarlo hacia los frágiles cimientos de su cordura, lo guiaba maliciosamente al borde de sus abismos. Y, cuando se sentaba sobre el filo del precipicio, era el cielo oscuro quien le seducía a enredarse bajo el encanto funesto de Hades, pero al final siempre aparecía el ojo de dios para alejar su gusto amargo. Aquella nebulosa brillaba tanto, que Parker temía el alcance de sus haces de luz sobre sí mismo, no quería tener sus nervios abiertos ante el único reflejo que le hacía medianamente justicia al legendario iris marrón que no podía borrar de su mente.
Ese chocolate oscuro le había endulzado la vida, pero en su lírico final, había terminado dejándole una enfermedad sin cura, abandonándole a un mundo de devastación y asolación, que, en la sinceridad de su alma, él no deseaba salvar. Aunque tenía que. Se lo debía.
Con el paso de la asfixia nocturna, Peter entendió que todo ese dolor infinito contenido en sus costuras, era la única morfina que pausaba el ritmo de su tortura diaria. Sus penas, convertidas en ilusiones agridulces lo elevaban fuera de su cabeza, jalaban sus cuerdas, como si él realmente tuviera una motivación válida entre toda la ceniza trágica de la Tierra. La locura en su sangre era lo que le empujaba sobre sus pies en cada crepúsculo del amanecer, las alucinaciones grises de sus estrellas, serían su fuerza, y su punto de quiebre. Los recuerdos ponzoñosos armaban sus piezas, y deshacían su paz mental. Era un juego típico de la naturaleza, a veces sería como un mareaje salvaje de un océano en tormenta, y otras como una canción de cuna en medio del llanto del cielo.
No podía negarse ante el mismo que le gustaba, masoquista y desquiciadamente, presionar espejismos dolorosos contra su carne, lo hipnotizaba tanto que no podía evitar hundirse cada vez más en los ecos melodiosos que susurraban los anhelos más desesperados en su alma.
Y no importaba que sus manos cayeran manchadas de carmín, toda esa sangre derramada, lo valía. Ver a sus seres amados valía el sufrimiento en cada fibra de su existencia, absoluta y completamente. Mirar atrás siempre se sentiría como tener al infierno jugueteando jubilosamente sobre su piel, sin embargo, era ese averno el único que le daba una retorcida sensación de paz mental —finita y codiciosa— en los momentos que la soledad culposa lo violaba cruelmente sobre cada uno de sus fracasos...
Tras aquel triunfo mediático, Peter tuvo que hacerse del mando de Industrias Stark, de las actividades militares de los nuevos reclutas en el complejo de los vengadores y —lo que más le dolió a su inquebrantable espalda—, de los fantasmas que se paseaban gozosos por todos los pasillos del lugar que fue su hogar por un tiempo fugaz.
Paseándose por la sala principal, sus ojos revivieron en las orillas de un rincón las presencias de sus viejos compañeros estancadas eternamente en su memoria. Fue tan arrollador el ruido imaginario de las risas felices de antaño y las pullas llenas de malicia blanca, que sintió su pecho invadido de vibraciones extrañas justo sobre un latido de corazón. Fue como si el bombardeo normal hubiese tropezado torpemente y su cuerpo se hubiera paralizado a mitad del salón.
Las terminaciones Peter estuvieron a punto de sentir el roce espectral de las manos de hierro sobre su piel, cuando una voz externa al hechizo de su mente, rompió la magia instantáneamente.
—. FRIDAY me llamó con urgencia. ¿Está todo en orden?
El nuevo amo de la IA lamentó sin pizca de emoción el haber perdido del calor acogedor que su Sol ficticio lanzaba sobre cada uno de sus poros. Por un instante, él había sentido abordar en sus fosas nasales la exhalación divina de su dios.
Peter había sentido el regreso de Tony Stark sobre las paredes de su nuevo hogar, espectral y letal, contra las inestables defensas de su olvido falso. Pero FRIDAY, perfecta como sólo el mismísimo Tony creó, lo arrojó lejos de su laberinto mental. Y no existía nadie –vivo- en el universo que pudiera ponerle sobre el frio suelo de la realidad como ese ser de armadura indestructible.
—Estoy bien, Steven. Sólo me he quedado en blanco por un par de minutos. —le sonríe sin evocar algún fantasma alegre entre sus labios rosados, es tan agria la expresión en su rostro que se apresura a cortar aquella escena—. Ya sabes cómo es el algoritmo de FRIDAY, siempre se va por los extremos.
La mirada cristalina del capitán se paseó por su cuerpo tenso sin creer ninguna palabra dicha por su boca. Al soldado no le importaba la tranquilidad fingida con la que se desenvolvía diariamente, no si esta lo mantenía lejos del olaje turbio del dolor.
—Claro, porque no sueles hacer eso a menudo. — Y, aunque no hubiese nada sospechoso en el comportamiento superficial del más joven, el hombre se deslizó completamente en el salón y contempló el festín toxico en la mesa principal.
El castaño ni se inmutó, después de todo había aprendido desde hace bastante tiempo el arte del engaño y dominio corporal, no temía del frío océano en los ojos de su compañero. Ni del encanto transgresor del licor correteando por sus venas y tampoco del fuego de sinceridad etílico.
—Vamos, Peter. No finjas que todo va bien cuando rompiste tu record de sobriedad en menos de tres horas que llegaste al complejo. —el tono acido en la siempre recta voz prendió delicadamente el fuego sosegado del nuevo guardián—. Yo no reprimo mis fantasmas, capitán. Me alimento de ellos, como habrás de saber perfectamente.
A Benjamin no le sorprendió de ninguna forma que su asistente artificial tuviera a Rogers de contacto de emergencia ante posibles "recaídas". Ella había sido la cuerda de su bote salvavidas aquella –última- ocasión que él se desconectó del mundo. FRIDAY conocía a detalle esa vez que su mente entró al reino del fracaso, y cómo la pena lo había trastornado sin piedad.
Pero había sido Karen, quien eficiente como siempre, le había hecho saber a la inteligencia artificial primaria de su fallido desplomo cardiaco en tal amargo episodio. Peter no era estúpido, entendía por qué su programa inteligente traicionó su egoísmo hermético e informó a la otra IA de sus peligrosos lapsos psicóticos.
Y aunque debería estar agradecido de no estar tan solo como en realidad estaba, él sólo podía sentir odio hacia sí mismo por ello. Aborrecía irrefrenablemente la debilidad que padecía cuando las gemas castañas aparecían ante su conciencia. Execra su humanidad.
—No soy la persona más indicada para decírtelo, pero deberías tomar con seriedad la oportunidad que él te dejó y continuar realmente con tu vida. No podrás salvar al mundo cuando no puedes ayudarte ni a ti mismo, Peter.
—Entonces...cómo tú eres un soldado, no un héroe, ¿sí que puedes fingir ser útil para el universo cuando no pudiste salvar ni siquiera a tu mejor amigo de sí mismo, y luego, de un jodido titán morado?
—Es diferente, Parker. No soy yo quien encuentra placer en romperse así mismo siempre que puede.
— ¿En qué parte es diferente? Tú y yo fuimos cortados con el mismo cuchillo, Steven. O es que, ¿yo no debería hacerlo porque le debo al mundo ser el ejemplo perfecto de la superación? Todo porque ningún maldito héroe vivo quiere dar la cara por nuestros fracasos pasados. —lo ataca con un suave resentimiento, tiene los labios calmando su mente con el fuego dulzón del alcohol en su copa rebosante—. ¿Preferirías que estuviera en la misma posición que hace años, resentido con el mundo como Ronin?
Steve le mira imperturbablemente un largo rato. Ese nombre es un tema que no desea acatar mientras pueda. Los faros claros acuchillan el temple de hielo en su superficie, y no puede seguir sintiendo ese helado trato de parte de su compañero y ancla. Si quiere que el otro desplome sus muros, él debe bajar sus defensas.
Por lo que suspira resignado, se sienta a un lado del castaño, y decide compartir del fuerte whiskey que años atrás se había pegado a los riñones de Peter como una plaga. Ambos permanecen en una paz sobrenatural durante toda la puesta del sol, con un nebuloso silencio y los ojos puestos sobre los restos de la ciudad, observando en tonos grises como la luz abandona los restos de Nueva York a través de los hologramas de FRIDAY.
Ninguno quiere continuar esa conversación atascada en sus gargantas quemadas, porque sus cuerdas vocales temen romperse ante el pasado. Hacerlo significaría sacar a la intemperie a los esqueletos enterrados en sus armarios.
Pero Rogers sabe que ya han desperdiciado muchos días en la oscuridad de la perdida.
—Peter, tú y yo conocemos mejor que nadie como han pasado estos ocho años en los altos y bajos mundos. Sabemos que nadie parece querer avanzar más que lo estrictamente necesario, todos estamos tan hundidos en nuestras miserias personales que no nos importa dejar ir los días de la forma que sea.
«...Hemos notado como la Tierra se está levantando perezosamente, y conocemos perfectamente quiénes están aprovechando gustosos del dolor colectivo. El Circulo está definiéndose nuevamente, y esta vez sus integrantes se sienten más dioses que humanos; van a subir los escalones del poder y los escribirán a su beneficio, porque ellos ya notaron que todo lo que se necesita para llegar a la cima en este tiempo, es la seguridad del sometimiento.
En aquel momento no lo entendimos, ni siquiera Tony con su inteligencia lo hizo, pero Loki tenía razón con respecto a nosotros. No somos libres y nunca lo seremos, porque eso significaría dejar ver la peor cara de la humanidad. Nuestra historia es una constate lucha de poder, desde el principio de todo... ¿Te das cuenta que en todos estos años no ha habido guerras? Nos hemos estado ayudando porque tenemos miedo de que Thanos y su ejército regresen a terminar el trabajo, pero, ¿has pensado qué pasará cuando los demás se enteren que es muy probable que no vuelva hasta que volvamos a sobrepoblar nuestro planeta? Tarde o temprano nos dividiremos como antes, y tengo la seguridad que esta vez será peor que nunca.
Ya no hay héroes nobles e independientes, los soldados se rindieron y están en un punto de sus vidas, en que seguirán al primero que les dé una motivación para continuar, sea esta correcta o no. La gente está totalmente perdida, sin brújulas ni planes y al igual que los otros se unirán a los líderes que demuestren seguridad. Vamos a pelear entre nosotros mismos más veces de las que quisiéramos, y no habrá moral, valores o respeto. Porque, así como tú y yo pensamos "¿qué me importa el mundo cuando la perdida sigue latente en mi pecho, cuando yo fui el culpable y no merezco esta oportunidad?", es cómo piensan todos los otros que sobrevivieron al chasquido...»
—. Sé que no deseaste esta carga, pero debes creerme que lo que lo que hiciste hoy frente a la prensa fue más que aceptar una responsabilidad que no era tuya. —el peso en los hombros del rubio se aligeró, sus facciones frías se borraron y sus sombras se desvanecieron fugazmente. Una sonrisa típica de El Centinela de la libertad apareció como el reflejo de un faro en la oscuridad de la Sede de los Nuevos Vengadores, sus labios desplegados en curvas sinceras y dientes blancos brillando delicadamente—. Le diste al mundo la esperanza que sus vidas vacías necesitaban. Peter, lo sepas o no, eso que dijiste era lo que la humanidad requería, lo que yo necesitaba, incluso sin que lo supiera hasta ese momento. Ahora eres el líder, y no existe nadie mejor para aquel puesto que tú. En su momento Tony creyó que serías un buen sucesor, lo creemos quienes sobrevivimos. Pero debes hacerlo como se debe.
—¿Por qué debería ser esa persona? —le exige con las olas del mar moviéndose furiosas bajo su piel.—. ¿Qué me hace diferente de ti? ¿De Romanoff? Incluso, ¿por qué crees que soy mejor que Ronin cuando fui yo quien inició esa maldita cacería?
—Porque nunca ha existido alguien más astuto que Tony Stark. Y sí él puso este peso sobre tus hombros, no lo hizo simplemente porque tenía un lazo especial contigo, sino porque realmente creyó en ti y vio la esperanza de la humanidad a salvo en tus manos.
—Y no te atrevas a pensar que lo hizo en la adrenalina de la derrota, porque el testamento que dejó con sus abogados lo hizo después de la mierda en Siberia. —la sorpresa de tal confesión dejó el salón tan frio y silencioso que el capitán podía escuchar a la perfección la respiración pausada del castaño—. Fuiste de las pocas personas que pudieron ver bajo el hierro de su armadura, y sabes que no me refiero a su traje. Es hora de dejar de beber tus lagrimas con licor y aceptar, que tu guerra mental es más fuerte porque no quieres salvarte de ti mismo.
«...Ya fuimos muchos quienes decepcionamos a un hombre que sólo quería mejorar el mundo y reparar sus errores...para que seas tú, la última persona en la que Stark confió, la que acabe con todo lo que creía en el umbral de su muerte. ¡Levanta la maldita cabeza y comienza a luchar contra tus demonios antes que estos logren matarte!»
Benjamin se levanta del suelo y mira al rubio con fuego puro. Sus ojos están en llamas y los fantasmas lo devoran lentamente, es como si el tártaro se abriese a través de sus cuencas castañas y los titanes se lanzaron unos contra otros con el afán de liberarse de aquella prisión abismal. Es en aquel momento en que Steve puede entender por qué Tony se lanzó a los brazos de la muerte a fin de mantenerle con vida.
Peter Parker era lo más humanamente parecido a una gema del infinito. No importara que una parte de luz en el joven se hubiese perdido en medio de los destrozos de la guerra, Benjamin seguía siendo un arma preciosa.
—¡¿Por qué tengo que salvarme cuándo lo único que hice esa vez fue enviar a todos a la muerte?! —la voz severa que ha adquirido con los años, se rompe frágil al final de la oración. Peter intenta seguir erguido cuando sus huesos se desploman por la violencia de sus sofocados sentimientos—. No merezco el título de héroe, mucho menos la riqueza de un imperio del que nunca fui parte, y por todos los cielos, no tengo derecho alguno de llevar el apellido de la persona que maté por ser un imprudente mocoso. Sólo soy un ladrón que finge estar de acuerdo con los frutos del hombre que no debió haber muerto por él, soy un impostor y un mentiroso que sonríe esperanzadoramente ante las cámaras. Dime, ¿de verdad crees que el salvarme a mí mismo cambiará algo? Porque hasta ahora nadie ha salido herido con mi autodestrucción...puede que me guste romper mis propios huesos y esperanzas, pero sigo manejando mejor que nadie todo el caos que Tony y los otros dejaron a nuestro cargo.
Todo dentro de Steve sabe que lo que está por hacer no es la solución, ni siquiera un medio convencional de ayuda, pero eso no evita que lance al sucesor de Stark contra los cristales de la sala con la impotencia de un soldado que teme por el enemigo en los confines de su amado hogar. Lo único que su mente procesa es que no permitirá ni un minuto más de aquel infierno en un alma herida por las circunstancias, aunque eso significase volver a romper algo que Tony amaba.
—No me importa que me golpees, Steven. Vamos, te invito a quebrar todos y cada uno de mis huesos, creo que así podrías seguir reteniendo el dolor que insistes en arrojar sobre tus almohadas. —con una sonrisa enorme se levanta lentamente. No puede ver rastros de dolor físico en las facciones nobles, más sí que puede percibir el aroma sutil de la locura emanar de la boca rosada.
Sin embargo, no es Parker el objetivo principal de los golpes de Rogers, sino los reflejos de los fantasmas que se adherían a la materia del complejo. Por lo que el soldado se lanza contra el héroe de América, asegurándose siempre que todos los recuerdos incrustados en los muebles y pinturas sean arrastrados por la violencia de su fuerza y la respuesta feroz que el castaño le arroja de vuelta. Y, de alguna forma Steve Rogers cree que esa parte salvaje de Peter es lo más cercano a la felicidad que ha estado en años.
El hombre frente a él no lo sabe, pero aún hay pinceladas del chico de Queens en lo profundo de todas aquellas heridas mal curadas.
Ellos se detienen únicamente cuando FRIDAY les lanza un gas tranquilizante y todo que queda de la vieja sede de "los Nuevos Vengadores" son miserables cimientos de concreto y cristales rotos. Ambos caen entre los escombros con ruidos secos y sus cuerpos quedan enredados confusamente uno contra otro.
Y el tiempo parece detenerse cuando los sollozos de Benjamin rompen la atmosfera silenciosa, sus piezas tiemblan como lo hicieron en antaño, al volver a casa y descubrir el doloroso vacío en las habitaciones del viejo departamento de May Parker. Es tan desgarradora la forma con la que la perdida se filtra finalmente de los muros del chico huérfano, por lo que Steve Rogers se permite así mismo dejarse llevar por el vigor de ese dolor, y liberar el suyo propio sobre el alma rota de su compañero.
Lloran hasta que una bruma anestésica les envuelve la cabeza, ellos saben de sus pérdidas y entienden el silencio angustioso del otro. Pero nunca habían dejado ver sus nervios expuestos como lo estaban haciendo en aquel momento, porque la vergüenza y la culpa los carcomía en la fortaleza de sus muros.
—Peter, no es nuestra culpa. Aunque el infierno se sienta sobre nosotros y las voces en nuestras mentes nos enjuicien como los culpables y peores seres del mundo por haber permitido la muerte de toda esa gente, de los que amamos... nosotros no íbamos a lograrlo, porque las acciones que hicimos en conjunto del universo son imposibles de contener.
Al final Peter lo suelta, deja fluir el lago de culpa desde su sangrante boca y el dolor de sus palabras es tan claro que el mundo parece enmudecer ante la tristeza invisible del chico. —. Steve, tu no lo entiendes...Mi existencia merecía el destino de todos los que desaparecieron. Yo no debía haberme salvado, no importa lo mucho que Tony haya confiado en mí, mi vida no valía la de él...porque su destino era el vivir para arreglar esto. Nadie podría reparar una situación tan rota como él.
Con toda la fuerza que su cuerpo logra reunir, Rogers se gira para quedar cara a cara con él. Necesita que sus próximas palabras lleguen profundamente dentro de Peter. Debe ayudar al protegido de Tony, porque se lo debe y, no soporta ver ese vacío triste en los ojos cafés.
—Olvida eso de una vez. Quizá eso era lo que el hechicero veía como realidad, pero el universo es inestable, y eso es algo que ningún ser en el cosmos puede cambiar. Lo importante de todo, es que nosotros podemos caminar bajo las directrices de las decisiones que tomemos. Y aunque nos tocó sobrevivir a costa de la muerte de muchos inocentes, de los seres que amamos...es momento de enfrentar nuestra realidad y honramos a los que perdimos. Porque no estamos solos, y aunque hay miles de personas que dependen de nuestras vidas, la verdad aquí, es que a ti sólo tienen que importarte dos cosas para poder levantarte de la cama cada mañana.
«...La primera de ellas, es la única mujer en el universo que aprendiste a amar cuando creíste que no podrías volver a hacerlo; y la segunda, es la hija de las estrellas que adoraste. Peter, ¿recuerdas que existe una criatura en el universo que te adora incondicionalmente, sin razones y con la genuinidad propia de la inocencia? No deberías olvidarla, porque tú eres, después de su madre, todo para esa personita. Y créeme, los niños pueden ver mejor la tristeza dentro de nosotros mismos que alguien que ha pasado por el mismo infierno. No apagues la luz de un sol naciente con la oscuridad de tu dolor convertido en culpa.»
La mención de ese pequeño rayo de sol se escurre sobre la piel de Peter como una cuerda rasposa, sin poderlo evitar, las obres marrones de ese ángel se abren paso entre los recuerdos culposos. Es como una antorcha de paz que aleja las sombras de sus malos pensamientos. Y no existe dolor en su cuerpo mallugado que pueda menguar la calidez grata que ese consuelo de hoyuelos dulces brinda con el simple hecho de existir.
—Y si eso no es suficiente, recuerda que Tony debió amarte de una forma realmente fuerte como para elegirte sobre todo lo demás. No permitas que ese sacrificio sea en vano, que tu vida sirva tanto para ti como para aquellos que dependían de él. Estamos aquí para proteger y cuidar lo que nos dejaron, estamos vivos por ello.
Con un suspiro cansado, Benjamin Parker reconoce que Steven Rogers tiene razón. Spiderman, es ahora lo que todos necesitan. Y a pesar que no deseé tal carga por la fragilidad de sus huesos y por el precario estado de su mente, Peter sabe que, así como vale sentir el dolor de sus fantasmas sonreírle tras el velo, vale el lanzarse contra todo y todos por las estrellas que iluminan la oscuridad en sus días tristes.
Si Tony valoró su vida con su existencia, si el hombre que abrió un horizonte nuevo en su pensamiento y lo llenó de vitalidad en su momento, que sacrificó todo, incluso su vida, por él, debía ser justo y grato con esa decisión. Doliera lo que doliera, Peter va a salir de ese abismo.
Porque no hay nada en el universo que Benjamin Parker no haría por Morgan y Pepper. Ellas eran toda familia que le quedaba, y como él había sido el único de los nuevos vengadores que no murió en la guerra, sería su misión el cuidar de ambas con su alma y su vida.
Ese día Peter Parker lo había decidido, él sería el nuevo guardián de América, del mundo y de su propio destello de luz inocente. Ya era hora de quitarse el velo y aferrarse a una nueva vida, sólo así podría honrar al hombre que siempre amaría, a su madre desaparecida y a sus amigos perdidos.
Era momento de avanzar sin ellos y cuidar lo que dejaron a su cuidado, se habían terminado las lágrimas a fantasmas que no podían escucharlos.
—Steve, eres un buen compañero, no podré hacer esto sin ti.
—Siempre seré tu sombra, Peter.
Ambos se sonríen sinceros, porque saben que esos años han mermado un lazo genuino entre ambos—. Te juro, en memoria de lo que más amo, que arreglaré todo lo que Tony dejó en mis manos. Voy a regresar la alegría del universo sin importar el tiempo que me cueste.
—Me gustaría ver eso, Parker.
Lo último que su mente piensa antes de caer en el reino de Morfeo, es en Tony asintiendo orgullo de él, en May sonriéndole feliz y en sus amigos alegres por verle. Se siente como una despedida dulce, y Peter no podría estar más en paz por ello.
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